Pensamos que si todo nos cae mal, es porque estamos comiendo mal. Que si evitáramos ciertos alimentos, hiciéramos más ejercicio o fuéramos más disciplinados… el malestar desaparecería.
Pero la verdad es que no es tu culpa. Vivimos en un entorno moderno que irrita e inflama nuestro sistema digestivo constantemente, muchas veces sin que lo notemos.
Hoy en día, hay muchos factores que desequilibran el cuerpo desde adentro:
• Comidas procesadas o llenas de ingredientes que el cuerpo no reconoce
• Estrés continuo, que altera directamente la función intestinal
• Antibióticos y medicamentos que dañan la flora y aumentan la sensibilidad
• Cambios hormonales, falta de descanso y ritmo de vida acelerado
Todo esto crea un ambiente interno donde el sistema digestivo se vuelve reactivo, sensible y sobrecargado… incluso cuando estás tratando de hacer las cosas bien.